miércoles, 1 de febrero de 2017

Luciérnagas

"I'm restless, things are calling me away. My hair is being pulled by the stars again". 
–Anaïs Nin.

Le he puesto crema a la tristeza. Empieza como si te quedaras solo en el bosque a medianoche.  Sin linterna, sin posibilidad de gritar y ser escuchado. Sin brújula y sin saber la causa última de este naufragio en tierra.  Sin cómplices, sin refugio, sin tienda de campaña, ni plástico o ramas; nada con lo que improvisar un vivac.  Tampoco lucidez ni objetividad, ni números que ayuden a contar las horas hasta el amanecer. Ceguera. Si preguntas te dirán que selectiva; que de peores se han salido; que los gusanos tienen proteínas y que los refugios donde pasar la noche son para cobardes.  Y puede que tengan razón.  

Puede ser, también, que aún no hayan visto temblar tus motores a plena luz del día, ni caminar un poco encogido cuando se te clava un trozo de nostalgia en la costilla, ni siquiera lavarte los dientes con estrellas por si, con suerte, te llevan a casa. Definitivamente no te han visto cantar desnudo frente a la ventana, saludando sólo a los vecinos que llevan el periódico en la mano.  

Puede ser que no estés solo en el bosque y lo más cerca que has estado de sobrevivir haya sido contando peniques comprando el pan.  Pero yo, yo te he visto llorar cantándome al oído. He visto la cárcel a través de tus ojos. Te he abrazado sin tocar para no obligarte a huir. Te he visto arder en la cama, maldiciéndola por ser tan predecible.  Pero no soy de piedra (tampoco de papel). Y como si la Luna no se nos fuera a acabar nunca, he sumergido tu mar bajo agua caliente, le he puesto jabón de miel y le he embadurnado de crema. Rezando para que hidratándola fuera a olvidársenos que ya has empezado a caminar encogido de lado derecho. De donde tu costilla se hizo bolsillo para cuando quién sabe qué te azotara con fuerza.  Y te veo encogerte, hacerte pequeño y querer entrar en ti. 

Hazlo, ve, toca el piano y haz de tu agujero las letras de tu propio funeral. Tú esperaste eternidades a la salida una vez, y esperarte donde tu costilla se hace precipicio no me parece la peor forma de morir; sé que volverás con las manos llenas de luciérnagas.

PD: a veces te reencuentras con cuatro letras, les saludas, les dejas pasar y las haces tuyas, porque siempre lo han sido. Igual que la nostalgia, pero de eso mejor, hablamos otro día. 




4 comentarios :

  1. No puedes escribir mejor. Voy a leerme la entrada de nuevo. He sentido todo lo que has escrito.
    Besos :)

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    1. No sabes la emoción que me da que te haya hecho sentir aunque sea un poquito. Muchas gracias por pararte a escribir :)

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