jueves, 15 de diciembre de 2016

Sal, sala, salta.

 Necesitaba flores, bosque, silencio. Lo tenía respirándome en la espalda y no lo supe ver. 
Seis minutos y medio; desde mi puerta a la de este paraíso. Y no.
No supe andar por paralelas, no supe disfrutar del tiempo, no supe más que mirarle de frente al futuro, tan grande como una ballena azul y asustarme. Sentí las 23 emociones más rotas de una en una. No supe ponerme las botas y empezar a andar por caminos feos, que no llevan a ninguna parte; hasta que sí. El creerse sin alas las erosiona, el creerse sin luz la apaga. 
Pero hay luz, siempre. Porque hablo de irse. Volar no fue complicado, lo difícil fue presentarse, de cero, con la del espejo. Del avión bajé sola, dispuesta, sobre todo dispuesta. Aterricé; la oscuridad y el granizo me recibieron, como advirtiéndome. Los callejones sin sentido y el dolor de estómago, como empachado de ganas de volver a lo que se sentía casa. 
Fueron meses, meses de divagar, sola, en mi bicicleta. De buscarme, de no saber dónde encontrarme. Fueron meses de no perder el Norte, porque se trata de eso, ¿no? De tener un Norte al que mirar cuando el frío te cala los huesos y el miedo quiere paralizar. ¿Y qué haces, entonces? No le dejas. 
No dejas que el tictac inunde la habitación, que el dolor de pecho llegue a las piernas, no dejas de caminar, no dejas. 
Porque llega el sol, llegan los días de sentir y ser libre, como en la cima del mundo, independiente. Llega el trabajo duro, del que te abre los pulmones; llegan las oportunidades. Llega el calor humano, llega la gente que viene y la que se va, gente que son familia, dispuesta a dejarlo todo por un sueño o dos. 
Y llegan canciones que son himno, llega la poesía. Llegan los versos que necesitas transcribir a papel, a fuego. Llega ese poema que es camino, que te escribes en la piel y recitas de memoria cuando. Dice así:

De tanto fluir 
pareces un salmón muerto a la deriva. 
Elige una salida.
Duele tener que matar
tantos universos paralelos
pero duele más el limbo
donde todo puede llegar a ser y nunca.

Elige, actúa, camina
antes incluso de llegar a saber si puedes;
no se aprende en el estanque congelado
sin verbo de la mente.

Elige, 
si no lo harán por ti.
Actúa, 
ahora nunca es tarde.

De tanto fluir
cada día te pareces más al viento, 
apareces lento y deslizante
y nadie sabe qué te mueve.
Tu tristeza no la va a curar el tiempo,
la espiral de tu sofá 
ensancha los agujeros negros.

Sal, sala, salta. 
Sal al sol y camina sin rumbo
para averiguar a dónde vas.
Sala con sonrisas los momentos
y quizá encuentres motivos para sonreír.
Salta para recoger el fruto, 
no te conformes con la podre sobra.

Haz 
y serás luz.
Lo demás
es sombra.
-Suso Sudón.
Podría recitaros este poema de memoria, os podría contar que me llevé la cámara al bosque, estaba sola, diluviaba, fui feliz. Pero no, ¿sabéis? Hoy necesitaba contaros esto, pediros que por favor os pongáis del lado de las botas y el andar. Del lado de vivir y respirar nuevos aires, de conocer, de no temer. De elegir, mucho antes de saber si se puede. 

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